sábado, 18 de febrero de 2017

La Europa estéril / Mirando a La Meca

      El cristianismo hoy sólo genera nostalgia o melancolía. Como el viejo animismo, el suave culto de Atón en Tell el-Amarna o el divino orfismo helénico. También despierta eterno resentimiento entre los dolientes, cual si hubiera sido una especie de homenaje al sanguinario Quetzalcóatl precolombino.

      Por el lado noble: ateos comme il faut, pusilánimes agnósticos, no practicantes ("¡Algo tiene que haber!) y los pocos creyentes que todavía honran a sus padres, a su infancia y recuerdan de buen grado la vieja religión de Occidente. Por el lado infame: las infinitas legiones de bárbaros comecuras y otras lamentables figuras anticlericales que nos recuerdan la furia contra el pasado y la complejidad del alma humana.

      Cristianos todos ellos, por supuesto. Al menos, desde el punto de vista histórico y cultural, social y político, moral y psicológico. Fisiológico, incluso.

      El nihilismo europeo se refiere, en general, a la falta de fuerza, o sea, a la ausencia de valor y, en esa medida, de veracidad. La medida del nihilismo actual no es la decadencia de una religión antaño activa y creadora -al cabo, sólo un síntoma-, sino la degeneración de las poblaciones, su dejarse ir, su idiocia sentimental, su orientalismo urbano, su fin del mundo, su miedo, su ecologismo, su animalismo...

      Tasas de natalidad propias del oso panda y otros bichos anecdóticos, como la mula, el mulo, o su primo, el burdégano. O el ligre, mitad león, mitad tigre. Todos híbridos y estériles. Como se sabe, para mantener el nivel de población y la misma cultura, en el actual estado de conocimientos, es preciso que cada dos miembros de la sociedad, macho y hembra, se comprometa a reponer su nicho (progagando su ADN, su lengua, su cultura y sus manías) con 2,1 descendientes. Sin embargo, en 2009, y contando ya con la aportación inmigrante de las décadas anteriores:


      Media de la Unión Europea, con 31 países, y aun cabrían más si se trocearan: 1,38

      Algunos ejemplos concretos de tasa de natalidad son elocuentes:

      España, la alegría: 1,1 (A la cabeza del pelotón)
      Italia, la pasión: 1,2
      Alemania, el cálculo: 1,3
      Grecia, la dionisíaca: 1,3
      Inglaterra, el interés: 1,6
      Francia, el amor: 1,8

      No hace falta ser un lince para percatarse del panorama desolador. Hasta el locuaz y paciente Muammar al-Gaddafi aprecia signos de la futura victoria del Islam en Europa en unas pocas décadas: "Sin espadas, sin armas, sin conquista. No necesitamos terroristas." Sólo idiotas occidentales.

      Véase el instructivo documental popularizado por el cardenal ghanés Peter Turkson. Quizá sea todo una trola, como dicen algunos descreídos mundialistas, y estemos, sin saberlo, en puertas de un Nuevo Sacro Imperio Romano Germánico, o ante el retorno del mismísimo Don Pelayo en Covadonga. En cualquier caso, el vídeo, de siete minutos y medio, visto por millones de personas en YouTube desde que fue cargado por un usuario anónimo en 2009, es más que sugerente.

Muslim Demographics



(V.O. con subtítulos en español)

https://youtu.be/K1F1-J7jaug (subt. en español)

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