jueves, 22 de junio de 2017

Calentamiento Global


Primer día de verano. ¿Vacaciones infantiles? ¡No! Ocupación senil. Negocio naturalista, animalista, espiritualista, orientalista, anticapitalista…

Oído en la radio. Viene el bulo de una siempre prestigiosa Universidad norteamericana. Obamita, supongo. Mundialista y multiculturalista. O sea, el habitual buenismo-catastrofismo. Ya se sabe. El empedrado del Infierno. Dice el gran Pascal: “Quien quiere hacer el ángel, hace la bestia.”

Futuras olas de calor sofocante en los Trópicos. También en el suave Mediterráneo, pero algo menos tórrido. Achicharramiento irreversible.

La idiota cuantificación en manos de los inteligentes programas informáticos. Veamos. A fin de siglo, si los parámetros siguen igual que ahora (!), 11 millones de personas pulularán sobre la entera redondez de la Tierra. Vale. De estos 11 millones de apretujados, dentro de 83 años, habrá unos 8 millones de carbonizados por el Astro Rey. ¡Largo me lo fiáis!, decía el burlón Don Juan, refiriéndose a las infernales amenazas de la virtud.

Ahora bien, y ésta es la audaz conclusión de los sabios (más tendenciosa que inservible), si se frenan ya las archiconocidas emisiones de gases del llamado “efecto invernadero” -en especial en los países del primer mundo, y en los del segundo, y aun en los del tercero-, se podrá minimizar la terrible mortandad en un 26 %. Así, calculadora en mano, se cocerán a fuego lento en su propio jugo la friolera de 6 millones de almas. Y no puede hacerse nada en los próximos 83 años. Tan sólo esperar la jugarreta del destino. Ya están condenados, los pobres.

¡Válate el Diablo los calentólogos!, como diría nuestro Quijote. ¡Y que el contribuyente tenga que sufragar los gastos de estos inútiles zumbones! ¿Desconocerán los susodichos cuantificadores de modelos matemáticos que hace 83 años, allá por el 1934, la ciencia y la tecnología apenas habían dado para fabricar poco más que el tirachinas, el candil de aceite o la bicicleta?

Hoy, que ya vivimos en el futuro, es sólo un torpe boceto de lo que será dentro de 83 años.



miércoles, 14 de junio de 2017

La excrecencia

Así adjetiva el bueno de Carlos Esteban a la jauría oligofrénica en La Gaceta. Dice, con razón, y corazón, que lo peor del kinder-pijo-perroflautismo es "que me obliguen a hablar sobre ellos". Véase una de mis penúltimas referencias a la caterva crimino-moral en Una perroflautada. Sea ésta la excepción que confirma el asco y la tiña. ¡Bienvenido al Club! Me temo que no seremos legión. Me siento posmoderno hablando de la nada...

Excrecencia. Exacto. Casi escatológico. Los restos. La escoria. Lo sobrante. Las impurezas... La mierda humana que todos seríamos si la mierda política dictara sus idiotas maldades en la totalidad del redil. En fin, el comunismo de siempre. Hoy, aquí, en España, el neomaoísmo antiespañol castro-bolivariano proetarra y proislamista. Gozan sólo de pensarlo...

_______________________________________________________________

La excrecencia

Lo que no consigo perdonarles a los podemitas es que me obliguen a escribir sobre ellos.
Carlos Esteban
______________________________________________________________

¿Ven? Es una buena persona. Habla de hartazgo, no de repugnancia. Es periodista, o economista. No sé. Pero escribe bien, adjetiva bien. Incluso en el caso de la patulea neanderthal que han fabricado los infames medios de manipulación de masas. En cuatro días -¡literal!- auspician (porque lo propician) un vuelco electoral, componen un careto, o dos, o siete, pergeñan una nadería, un veneno eficaz para los tontos, una emocionante y agitada alternativa al burgués aburrimiento. Lo esencial es que la neodoctrina sea capaz de extraer el lerdo y hosco adanismo que toda joven criatura menor de cincuenta y nueve años lleva en lo más recóndito de su pobre alma contrariada por la realidad.