miércoles, 12 de octubre de 2016

Colón, o sea, Contracolón

      A los piratas de la Anti-España. La leyenda negra de la Reina virgen y sir Francis Drake.


      "Habida cuenta de que la nación hispanoamericana tuvo su origen en aquellos viajes de Colón, no me queda claro si nuestra existencia se deplora como parte del crimen histórico. Parece que se nos quiere hacer ver, a los seiscientos millones de personas que ahora constituimos la población del subcontinente, cuán inmoral es ostentar el gentilicio americano, que sólo habría debido corresponder a los pueblos indígenas. Lo poseemos, según eso, más o menos, como los kapos nazis poseían las piezas de oro que se robaban de las dentaduras despojadas a los que entraban en las cámaras de gas. Porque, en efecto, los demás pueblos a los que se les levantan memoriales merecen que se llore sobre sus tumbas; sólo Hispanoamérica sufre el insulto de que vituperen su cuna.

      "¿Qué opción hay, entonces, para los Pérez, los González, los García o los Rodríguez que, con genes de todas las razas y procedencias, han nacido en aquella parte del mundo? No, por supuesto, la de volverse a las tierras de origen de esos linajes, pues ya no pertenecen a ellas. ¿Entonces? ¿Tienen que lanzarse en masa por las cataratas del Iguazú, dejando como únicos pobladores de la región a las tribus aisladas de la Amazonía? (…)

      "Los hispanoamericanos podemos aspirar a la dignidad de pueblo únicamente si representamos el papel de aborígenes y abjuramos de toda la corruptora influencia de la cultura occidental. Siempre que prefiramos la tribu y despreciemos el progreso –con todo lo que éste implica, desde la ciencia hasta la democracia representativa–, las izquierdas antisistema de Europa nos distinguirán con su reconocimiento en pago del bello y primitivo espectáculo que ofrecemos a sus ansias de anarquía y de barbarie. Podemos estar seguros de contar con ellas en cualquier iniciativa que se proponga devolvernos a la selva, al taparrabos y a la idolatría (…)


      "Interpretar la historia como si la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano fuera anterior a la aparición del Homo sapiens. Gran incomprensión es esa de creer que es la razón lo que se exalta con protestas que, por el contrario, sólo obedecen al berrinche voluntarioso de quienes pretenden acomodar a todo trance la realidad a lo que ellos querrían que fuese (…) Según esta perspectiva, acordar la anestesia para el sacrificio de las reses no es extrema sofisticación de la sensibilidad moderna, conseguida con el paso del tiempo y con las transformaciones de la mentalidad moldeada por la compasión religiosa y por el civismo de raíz ilustrada, sino un derecho inherente a la dignidad de los animales, pues, como se sabe, anestesiarlos es lo que han hecho siempre en la sabana los depredadores antes de clavarles el diente. Con idéntica lógica, las izquierdas que claman contra el imperialismo castellano no conciben que España haya osado desembarcar en las tierras descubiertas con intención de conquistarlas, en vez de haberse retirado sigilosamente para no estresar a los nativos. Los Reyes Católicos hubiesen podido mantener como información clasificada la existencia de las Indias, tal como se supone que el presidente de los Estados Unidos guarda hoy el secreto de la vida extraterrestre; y es de creer que otras naciones europeas, al recalar por allí años más tarde, se habrían mostrado dispuestas a hacer lo mismo: sir Walter Raleigh a buen seguro habría permanecido indiferente a la tentación de El Dorado, y la Corona británica (…) no se habría aproximado a América más que para dejar humanitariamente sobre la playa, a disposición de los indígenas, la vacuna de Jenner y la penicilina del doctor Fleming."


      (Extraído del artículo "Hispanoamericanos...", de Xavier Reyes Matheus, publicado el 11-10-16 en Libertad Digital.)